El 1 de noviembre de 2018, la Sinfónica de Dresde celebró su 20º aniversario con la interpretación de tres obras de una gran variedad de compositores, solistas y elencos. El concierto de aniversario, que tuvo lugar en el marco de los Jazztage Dresden en el Erlwein Capitol, fue un gran éxito – escribe Michael Ernst en el «neue musikzeitung» del 4 de noviembre de 2018 bajo el título «Da, wo es weh tut – 20 Jahre Dresdner Sinfoniker» (Allí donde duele – 20 años Sinfónicos de Dresde):

Un mundo sin fronteras, ese es su objetivo. No hay obstáculos insuperables con los que se dificulta el movimiento y el pensamiento libre de los demás; pero tampoco hay adscripciones de género que definan zonas musicales prohibidas e impidan innovaciones como las improvisaciones. (….) El legendario nacimiento de la Sinfónica de Dresde se dio hace ahora exactamente dos décadas. Apenas sería digno de mención si este conjunto, en el que participan músicos de renombradas orquestas alemanas y europeas, no hubiera llamado repetidamente la atención por su calidad musical y su contenido específico. Su objetivo común es noble: conmover a la gente a través del espíritu de la música y cambiar el mundo a mejor. (…) La Ministra de Cultura de Sajonia, Eva-Maria Stange, lo resumió así en su elogio del concierto de aniversario: la Sinfónica de Dresde está «siempre allí donde duele». Con esta constancia, la orquesta ha preparado ahora también su concierto de aniversario con motivo de su vigésimo aniversario. Personalidades musicales sumamente diversas como Frank Zappa, Andreas Gundlach y Enrico Chapela pudieron llevar sus felicitaciones a través de sus obras.

La música de Zappa, que ha fascinado a los Sinfónicos desde sus inicios, se escuchó junto con la “Universal Druckluftorchester” (Orquesta Universal de Aire Comprimido) de Peter Till, un creador y mago del sonido cuyos instrumentos orquestales se anuncian como «música sobre ruedas». Pues todos los instrumentos de viento y de teclado de esta orquesta unipersonal, que efectivamente funcionan con aire comprimido, están montados en un triciclo italiano, un “Ape” convertido. Desde el asiento del conductor, el maquinista musical maneja su orquesta visual y acústicamente incomparable, que en esta ocasión incluía también una marimba luminosa de pie. Tras un solo sinfónico, otras dos partes del último gran legado de Zappa, «The Yellow Shark» de 1993, cobraron vida en esta estridente y simpática interacción; por toda la hilaridad, impresionante prueba de la inmensa musicalidad tanto del compositor, fallecido hace 25 años, como de todos los protagonistas, especialmente Peter Till en su móvil musical.

El compositor y virtuoso del teclado Andreas Gundlach se enfrentó a retos de un tipo completamente diferente cuando escribió un concierto para sintetizador, piano y orquesta para el aniversario de los Sinfónicos. Su título «Quartüürium» ya indica que se iba a tratar de cuartas y recorridos melódicos de cuatro tonos. Pero lo que entonces sonó (y tuvo que ser dominado por Gundlach mismo debido al repentino impedimento del pianista Andreas Boyde, que originalmente estaba previsto para la parte del piano) fue un virtuoso fuego artificial. A veces un ajetreo recíproco de tutti orquestales e instrumentos solistas, a veces misteriosos impulsos jazzísticos, luego de nuevo intrincados recorridos de teclado hasta un feroz sonido de cuerdas, así como aquí y allá un polo de calma aparentemente oculto – como si el espectro sonoro de la Sinfónica de Dresde debiera haberse representado en su totalidad en este estreno, que fue recibido con grandes aplausos.

La tercera pieza de la velada de cumpleaños fue también un estreno mundial, en versión de concierto, la cual dejó entrever por cierto ya algunos elementos escénicos. Con la ópera rock «Disidentes” del compositor mexicano Enrico Chapela, los Sinfoniker retomaron importantes bases de su trayectoria; tanto el lenguaje musical innovador, mezclando elementos folclóricos con el modernismo clásico, como el posicionamiento de su vista humanista se hicieron presentes en esta obra. Chapela, que nació en la Ciudad de México en 1974, ha querido recordar en «Disidentes» los movimientos de protesta de 1968, ciertamente no los de Berlín, París o Praga, sino la masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México. Cientos de estudiantes fueron asesinados en ese momento, pocos días antes de las Olimpiadas, que no sufrieron ningún pensamiento de boicot; Chapela ha puesto un monumento sonoro a todas estas víctimas de la masacre de Tlatelolco (llamada así por el barrio en el que se llevaron a cabo estos crímenes). Compuesta para una gran orquesta, una banda y cuatro solistas, la obra lució un estilo mexicano al igual que un ritmo poderoso con el que se comentan tanto las exigencias de los manifestantes como la brutal represión por parte del régimen. Los tenores Juanra Urrusti, Hazel Mendoza y Humberto Alarcón, así como el bajo-barítono Blazko Scaniglia, se metieron en los más diversos papeles y convirtieron los acontecimientos en una experiencia conmovedora para el público. Enrico Chapela quien participó como guitarrista eléctrico, fue muy aclamado por su composición.